Rutger Hauer en "Blade Runner", de Ridley Scott |
Tiempo para seguir viviendo... Un buen amigo me recordaba ayer que cada día nos dirigimos todos a lo mismo. Creo que su intención era relativizar los conceptos de éxito y fracaso. La verdad es que yo todo esto lo tengo presente desde niño; y sí: casi a diario... Cada uno tiene la niñez que puede...
Pensaba, en la pesadez de la siesta, al despertar (a menudo lo hago: en las mañanas y en las ya raras tardes en que los pensamientos ceden y me permiten caer rendido), en la insignificancia de mi vida; y, sobre todo, en la de los acontecimientos que la atiborran: la mayoría, en efecto, insignificantes. Apenas un puñado de hitos memorables, con el grueso del tiempo fluido en una indiferencia aparente... ¿como lágrimas en la lluvia?... Y, sin embargo -¡ah, SIN EMBARGO!-, "he visto cosas que vosotros no creeríais... Atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser"... He visto una danza de peces voladores al atardecer en el Estrecho de Gibraltar; he visto aparecer, por primera vez ante mí, la cúpula iluminada de la Catedral de Florencia, flotando en el aire, como un milagro; he paseado a solas por las calles de París, sin rumbo fijo; he podido ver casi mi vida entera en un movimiento del cuarteto nº 12 de Beethoven; me he dejado zambullir en la corriente de su sonrisa y de su llanto, vertiginosos; me he conmovido un millón de veces con un millón de cosas pequeñas y grandes... y he visto nacer a mi hija...
Lo ocurrido el pasado siete de julio no será un hito más: dejará su huella. Probablemente, muy honda, irreparable. El Destino y sus actores (¿cómplices?) se empeñaron en que así fuese. Negarlo, sería estúpido. Ensimismarse ante el destrozo y sus secuelas, más estúpido aun... Puede que mi vida y mi peripecia sean triviales, una nadería en la inmensidad del mundo; pero lo que yo atesoro, mi bagaje y mi potencial (acaso cada día más exiguo), son únicos; extraordinarios, por definición... y por necesidad.
Me temo, eso sí, que, en el mezquino y miope entorno que aquí nos ocupa, tal vez nada de lo que yo u otros muchos de entre nosotros podamos ofrecer, sea aceptado nunca; nunca "homologado"... Cual replicantes, útiles; pero prescindibles (¿llegado el momento?). Espero que la melancolía no nos venza... Lo otro, lo "inexorable", terminará por doblegarnos a todos: también a ellos; no lo olvidéis.
¿Es ésta una forma de revanchismo?: no; tan sólo un recordatorio de la relatividad de los conceptos de éxito y fracaso... Al fin y al cabo, "he visto cosas que vosotros no creeríais"... Tiempo para continuar viviendo (y viendo).
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