Ayer recibimos la visita de los representantes de cierto sindicato. Nos preguntaron, a los que nos encontrábamos en la Sala de Profesores en ese momento -yo estaba allí por pura casualidad-, si teníamos alguna cuestión "candente" o demanda que plantear (el único tema que se había tratado hasta ese mismo instante -pude deducirlo-, era el de los concursos de traslado, algo que a un servidor lo deja frío... Es broma: supongo que es un problema que nunca me va a preocupar, a este paso).
Sea como sea, dicha interpelación le dio pié a éste que les escribe para gesticular ostentosamente... ¡ya que no me daba la boca para tanta palabra como se me agolpaba en ella!. Y se me ocurrió mostrarles la dirección de mi BLOG, que he tenido la imprudencia de publicar en un panfleto y colgar allá donde se tercie (en este caso, se trataba del tablón de anuncios de la susodicha Sala). Con todo, el sindicato ya había recibido cumplida referencia de mi caso, a través de correo electrónico y a resultas de mi "performance" con ocasión del acto público de elección de plazas, allá por septiembre.
Y, tirados de la lengua -la mía se soltó algo-, los compañeros me hicieron saber de sabrosas anécdotas que a continuación narro: Por ejemplo, ésa de un opositor que obtuvo un 3 en un escrito sobre un tema del que tenía publicada tesis doctoral; o ésa de uno que era un auténtico experto en cierto erudito filósofo, con resultados parecidos. Yo, por mi parte, les conté lo de mi amigo, que ha saltado del CERO al SIETE en sólo dos años (¡pero con el mismo material!; y esta vez ni se tomó la molestia de prepararse nada).
Son tantas las historias -y tan parecidas- que ya se me confunden unas con otras... No sé si las recuerdo todas... Pero ¡qué importancia tiene ya nada!... Habréis tenido noticias de lo que se avecina, ¿no es cierto?; del futuro caótico y dramático que nos espera a los que YA-NO-PO-DE-MOS-MÁS... En unos días, los que me han defenestrado, se justificarán ante mí; y no descarto nada. Aunque, desde luego, de lo que sí estoy absolutamente seguro es de que su postura será inamovible; posiblemente inflexible. Su seguridad inquebrantable; sus "razones" sólidas como las rocas de Escobedo. Me tendrán a mí enfrente, tan rotundo y categórico como ellos... ¡pero con todas las de perder!.
No quiero aparentar ser un desagradecido: aprecio que se me dé la oportunidad de recibir una... ¿explicación?... ¿La oportunidad de ser "iluminado"?... Esto último suena algo sarcástico, lo sé... Y aunque no quisiera resultar desagradecido -reitero-, ¿cómo puedo evitar que un tono como éste me brote, desolado, si lo que se ha hecho conmigo (y con tantos de vosotros), más que probablemente, es casi como enviarme al "campo de concentración"?... Me hago cada día más consciente de ser un paria, un "apestado": uno que ha visto -y aun ve- cómo otros con menos mérito, menos esfuerzo, menos trabajo, menos tiempo, menos conocimientos, menos cultura, menos habilidades y menos talento, en general, han logrado pasar por ser superiores a mí en todo o en casi todo ello... Y, ¿de qué me sirven las preguntas que me haga, ni las explicaciones que me ofrezcan, si estaré en un "stalag", cada día más débil, más viejo, más preocupado por la enfermedad y por la muerte?; ¿por mi propia decadencia y por los avatares inevitables en la vida de toda persona que (aun) tiene padres e hijos, y se acerca a la cincuentena?... ¡¿Preparar por enésima vez OTRA oposición eliminatoria, con temario nuevo y ampliado?! ¡¡Y con apertura de listas!!... ¡¡SÓLO DE PENSAR EN ELLO ME PONGO ENFERMO!!. Y no estoy exagerando: cuando digo ENFERMO, me refiero a un malestar físico, real y atroz...
¿Espero impaciente las explicaciones de mis gentiles y muy razonables "verdugos"?... ¿Sigo fingiendo que aun me queda "toda una vida" por delante, plena de entusiasmo, de vigor y ajena al acerbo más degradante?... ¿Por qué me merezco yo todo esto?... ¿Por qué arrasar tantas energías -las ya derrochadas y las que aun me queden- en una guerra perdida de antemano?... ¿Por qué seguir preguntándome "por qué"?...
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