A mis padres: Porque ellos son los primeros en saber que yo no me merezco todo esto; y mis dolidas disculpas a ambos, por ser incapaz de ofrecerles una alegría a tiempo.
A J.: Porque, a pesar de todo, también cree en mí; y porque siempre me animó a continuar adelante, especialmente en los momentos más duros, cuando no teníamos apenas nada (Excepto una hija).
A mi hija: Porque todo lo que he logrado se lo debo a ella; todo en ella y por ella cobra sentido... Y porque su admiración incondicional hacia mí me conmueve cada día.
A mi tío E.: Porque su indignación es genuina; por su confianza plena en mi trabajo y valía, que está incluso más arraigada que la mía propia.
A Mat.: Por ser casi la única de "los nuestros" que ha alcanzado su más que merecida plaza de funcionaria; por ser la única de mi asignatura, por lo tanto, que me ha dado una verdadera alegría.
A J. A., mi estimado colega del I.E.S.: Por su humildad; por afirmar que mi trabajo superaba al que él mismo había presentado (a pesar de obtener una calificación de 9, lograda ésta ante el Tribunal de m.). Por su apoyo y sentido de la justicia.
A J., otro de mis queridos compañeros de fatigas: Por su entusiasmo y por su entusiástica indignación (¡Envidio tu juventud, J.! Lo conseguirás, no me cabe duda).
A todos los compañeros que (aun) creen en mí y siempre me han mostrado -y demostrado- su consideración, aprecio y apoyo; por vuestros consejos (valiosísimos y sabios, aunque esté claro que, en este "contexto" delirante, ni lo valioso ni lo sabio sirvan para gran cosa; casi nunca).
A mi amigo y colega F.: Por su sincera y minuciosa lectura de mi Programación y Unidad Didáctica; por su generosidad, no exenta de espíritu crítico. Por su aliento y empatía infinitos.
A B.: Por casi lo mismo que F. Sólo le ha faltado leer ese "rollo" (aunque él no es profesor).
A todos los que fracasáis sin entender por qué, y con el convencimiento profundo de que no os merecéis las inmundicias que se os arrojan desde un lugar que -en todo caso- sois dignos de habitar (posiblemente, mucho más que otros).
Y, finalmente, por encima de todo, a ésa con la que -de forma injusta y atroz- he sido incapaz de compartir TODA su alegría (inesperada, pero, no por ello, menos merecida). A ella, por su discreción y dolorida solidaridad, "más allá del deber", más allá de lo razonable; convencida -más que yo mismo- de que se me ha arrebatado lo que me merezco tanto como el que más... No me falles nunca: no sé si podría soportarlo.
GRACIAS A TODOS POR CREER SINCERAMENTE CADA AÑO EN MÍ. Y ES QUE... YA ME ES CASI MÁS INSOPORTABLE DECEPCIONAROS QUE EL PROPIO FRACASO. OS QUIERO.
C.A.T.V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario