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Creo que ésta será la segunda vez que veo completa "En el nombre del padre". La primera fue en Belfast: en el año 94, no debo equivocarme. Una experiencia radicalmente distinta, podréis suponer... Quince años de condena; por nada... Y un padre muerto... No puedo evitar sentir cierto vértigo al ver esta película... Apenas habían transcurrido cinco años desde la liberación de los "Guilford Four" hasta el estreno de "En el nombre del padre" en la ciudad de Belfast... La abandoné justo a tiempo para no quedarme en ella, probablemente, para siempre. ¡Qué más da!...
Podría contaros que hoy mismo me he enojado tanto con mi padre (por el motivo más absurdo; y porque él, supongo, empieza a tener dificultades para entender cosas muy sencillas), que me ha puesto en el disparadero... Me pregunto hasta qué punto le está afectando a mi vida esta "condena": en mi trato con la familia y con toda la gente que me rodea... No pretendo compararme con Conlon ni con ninguna de las personas inocentes que sufrieron y murieron hundidas en la desesperación y en la arbitrariedad más atroz y cobarde. Pero no puedo evitar sentir compasión y empatía hacia ellos: un cierto grado de identificación, sin duda... que se agravará el día en que se convoque la próxima oposición: el día que yo deba decidir si me enfrento, por octava vez, por octava vez, por octava vez, por octava vez, por octava vez, por octava vez, por octava vez, por octava vez... a los apuntes, los libros, los esquemas... o no. Puede que ese día yo ya no pueda gritarle exasperado a mi padre, ni explicarle por qué he decidido tirar la toalla. Puede que ese día mi padre no pueda escucharme. Puede que ese día...
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