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A una de mis alumnas de 1º de Bachillerato mis comentarios le han hecho pensar. Puede que pensar no sea suficiente: algunos estarán convencidos de que el pensamiento dúctil de nuestros jóvenes debe ser "guiado". No sé si es mi formación (anticuada, por definición; inevitablemente), o si se trata de mi naturaleza "rebelde" e "individualista", pero tiendo a opinar que una cosa es guiar un pensamiento juvenil y moldeable, y otra, muy distinta, "implantar" las ideas que a ellos les "convienen"... ¿A ellos?...
Las ideologías totalitarias siempre han tenido la estrategia y sus prioridades educativas muy claras: ya se trate de un "mundo ideal", lleno de amor, solidaridazzz e igualdazzz, con individuos que sufren la ILUSIÓN de ser libres; ya se aspire a un rígido mecanismo social y colectivo, prioritariamente "eficiente" y de individualidades anuladas: uno u otro (el primer modelo es más "posmoderno", pasable y contrarrestable, debe reconocerse) aspiran al control de los ciudadanos, a una especie de "excelencia mediocre", que es muy cuidadosa en la elección de sus "élites" (en las que se busca la "sumisión cómplice"), al tiempo que desactivan la fuerza de la masa en un proceso de amedrentamiento y de creación -generalizada y muy sutil- de una "mala conciencia social" colectiva: un grupo que se siente culpable es mucho más manipulable (lo de menos es si lo hace por su racismo, por su machismo, por no utilizar bicicletas o por no reciclar las basuras; siempre habrá una buena "excusa").
Estoy orgulloso de escuchar a una de mis alumnas decir que le he hecho pensar. No sé si soy capaz de ser aprobado por un Tribunal de colegas, todos ellos muy versados en pedagogía, en burocracia docente, en geometría u otros contenidos (que yo ya he demostrado conocer, con creces, en seis exámenes escritos; cuatro de ellos en Cantabria). Parece ser que no tengo esa capacidad: que no me adecúo al perfil; a la idea que esta sociedad se ha hecho (¿o se la han impuesto?) de lo que es un BUEN DOCENTE.
No, no se me APRUEBA... Tal vez mi carencia más acusada sea mi total y absoluta incapacidad de adoctrinar en una sola línea, en una sola dirección; permitiéndome, por el contrario, la duda, la ironía, la incertidumbre, la perplejidad que toda LIBERTAD REAL provoca... Soy, además, incapaz de ceder, de callar, de asumir lo inasumible; me opongo a la estupidez, aunque la acepte y la entienda (no soy ajeno a ella del todo); pero la rechazo cuando su esencia se convierte en precepto, y sus leyes pretenden regir todos nuestros comportamientos, nuestros pensamientos y nuestro modo de vida en su conjunto.
Por eso estoy orgulloso de escuchar a una de mis alumnas decir que le he hecho pensar...
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