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Casi me resulta conmovedor: para algunos me puedo haber convertido en una suerte de "referencia ética". Lo digo por la "intensidad" y seriedad con que se me pregunta por mi opción ante la próxima e inminente huelga general, convocada por los sindicatos mayoritarios para el día 29 del mes corriente.
Cae en jueves. Os diré, como mera curiosidad, que es el día de la semana más ajetreado que, en este curso, me ha tocado en suerte; y lo digo sin ningún doble sentido, ya que es evidente que es una suerte y una bendición tener un buen trabajo; más aun en los tiempos que corren.
Bien... Fíjense en lo que digo al final del párrafo anterior... Háganlo sin prisa... Creo que es una afirmación bastante significativa, ¿no es así?... Claro que no es tan sencillo. Veamos... Cuando me han preguntado, he solido contestar que podría escribir un par de columnas con opciones divergentes: una con varias razones para hacerla; otra con sólidos motivos para abstenerme de ello.
Es un tema delicado, lo sé. Entre otras razones, porque no basta con tener un buen trabajo para descartar la protesta: esta huelga es por los que no lo tienen y también por los que tienen uno de mierda; por los que lo tienen vitalicio y, aun así, van a ver demolidos parte de sus derechos (¡para siempre!, se admiten apuestas), lo mismo que sus condiciones profesionales y de vida; es por los que lo tenemos (decente) y pudiéramos perderlo; es por los que lo pudieran perder todo, incluida su propia dignidad de ciudadanos y de personas. Estamos hablando de un cambio drástico en los equilibrios de la entente entre los poderosos y los asalariados (a favor de los primeros, huelga decirlo); de una especie de terremoto, el cual se tomará como excusa -en realidad el "terremoto" ya tuvo lugar hace algún tiempo- para apartar a la mayoría de todo eso que ya se ha mencionado: la dignidad, el trabajo, la decencia, la salud, la educación de calidad... el futuro y la autoestima.
Me pregunto (y créanme: se trata de una pregunta MUY seria) si acaso basta con un día de huelga general para "dar un toque de atención" a quien corresponda; si basta con ese día para aplacar o satisfacer nuestra fe en la lucha obrera o de clase... o nuestra propia conciencia, tal vez, por decirlo de algún modo... Yo sostengo que la LUCHA realmente efectiva es la que se lleva a cabo cada día, desde nuestro pequeño "frente" personal. Claro que ésta es una postura a la que se podría acusar de "cómoda", ambigua, burguesa y -sobre todo- poco solidaria... Pienso en los que podrían verter sobre mí esas acusaciones, y me pregunto si todos ellos me pueden dar lecciones de responsabilidad y de solidaridad: algunos de ellos, indolentes "progresistas de salón", incompetentes consagrados y subvencionados, enriquecidos sobrevenidos y corruptos implacables, incluso; irresponsables e indecentes desfalcadores de las cajas de todos los que dicen defender y representar... ¿pueden echarnos ellos algo en cara?...
Me preocupa la "parte de esta huelga" que pudiera tomarse NO COMO EN CONTRA DE ALGO O DE ALGUIEN, sino como A FAVOR de otros, quienes tampoco me han convencido nunca (o casi nunca; no últimamente, al menos). Desde luego, ninguno de ellos me ha regalado nunca nada; a ninguno le debo admiración, favores (especiales), apoyos (incondicionales), ayudas o privilegios. Tal vez me podría sentir más "cómodo" entre los ahora disidentes, y más afín a ciertos postulados teóricos-ideológicos que estos últimos mantienen; pero eso no es más que mera teoría, en efecto.
Creo en la LUCHA, en la protesta, en la "subversión", en la crítica alerta y despiadada: en el individualismo sin complejos, pero con sentido y empatía sociales. No creo -no tanto, al menos- en ESTA huelga: en sus motivos, en sus causas, en sus posibles o indudables consecuencias (más bien, éstas me preocupan), en sus planteamientos, en sus convocantes, en la sociedad que la acoge, ¡para qué engañarnos!...
¿Acaso nos sorprende lo que nos está pasando?; ¿no nos lo hemos ganado TODOS (y todos, al menos, un poquito) a pulso?; ¿no somos todos algo responsables?: con nuestro proceder, nuestras omisiones, nuestras reincidencias, nuestros votos, nuestras abstenciones, nuestras compras a crédito, nuestros delirios de "nuevo rico", satisfecho y arrogante; con nuestros silencios, nuestras voces a destiempo, nuestra indignación muda, nuestra pasividad bien elocuente, nuestro confianza sin cimientos, nuestra solidaridad ingenua, nuestras decisiones por delegación y nuestra vida guiada, ajena a las responsabilidades plenas...
Os contaré algo: me declaré "objetor de conciencia", tras hacer la "mili" en la Armada; aunque yo ya lo era antes de cumplir con mi deber. No sé si lo entendéis: fue toda una declaración de principios. ¿Retorcido o incongruente?... ¡Qué mejor manera de denunciar el abuso del Estado (o del Capital, ¡para el caso!) sobre el individuo y su libertad, que ceder ante Él y mostrarle sus contradicciones -y los efectos devastadores de éstas- muy cerca de su propia cara, con falsa sumisión, pero el orgullo y la dignidad intactos!...
Creo que lo que más le puede "joder" al "Poder" es tener que pagarme el sueldo de ese día. No se lo voy a ahorrar (tampoco me viene mal, no nos engañemos). Supongo, además, que ya me he visto cumpliendo -con creces- con mis "cuotas de conciencia política y social". Tengo, por demás, una hija, a quien me debo. Y es mestiza: pocos podrían, por tanto, darme lecciones de nada en éste aspecto; ni mejores ni más contundentes que las que la propia vida me ha enseñado, a menudo a golpes.
Por lo tanto, el jueves 29, un servidor aportará a la "lucha de clases" (más necesaria que nunca desde, al menos, los años 20 del siglo pasado) su particular visión, de los muchos problemas que nos acucian, a ésos a quienes nos debemos: nuestros alumnos. Probablemente veamos "Las uvas de la ira", de John Ford; o "La leyenda del indomable" (Stuart Rosenberg); o "Serpico" (Lumet)... o "El apartamento" (en pases rigurosamente privados y con finalidad exclusivamente pedagógica y de promoción del buen cine, claro).
Respeto y considero igualmente encomiables las opciones diversas a la mía. Las creo tan necesarias (si son sinceras, si son honestas) como cualquier otra. Les deseo suerte y efectividad a los huelguistas, dentro de la sensatez y la responsabilidad que los tiempos nos reclaman A TODOS.
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