(Advertencia: leed primero lo que se despliega abajo).
Antes de nada: ¿Qué es “Sísifo”?; ¿qué debe ser?... ¿Una organización para la práctica de la “terapia de grupo”?. No tengo nada en contra de esa faceta (tal vez bastante necesaria), pero debo dejar bien claro -y reiterar aquí- que la idea que me inspira va bastante más allá: fundamentalmente, se trata de EXPRESAR, de forma meridiana y socialmente visible, un descontento, una inquietud; la presencia de un “nudo gordiano” al que nadie osa pegar un hachazo, todo ello en medio de una situación plagada de connotaciones delirantes. Consiste, por tanto, en aliviar o deshacer un estado de “enajenación” de individuos y profesionales, que el propio “Sistema” consiente y, hasta cierto punto -que nunca entenderemos ni conoceremos del todo-, promueve o fomenta.
Se trata de forzar a dicho “Sistema” a llevar a cabo un ejercicio de auto-análisis (primero) y de auto-crítica (posteriormente); de “depuración” pública y transparente de todo un tinglado que, sencillamente, HACE POSIBLE que arbitrariedades, injusticias y situaciones “aleatorias”, fuera de TODO CONTROL, se hayan “asumido” como ingredientes “inevitables” para una fórmula endiablada: las oposiciones al Cuerpo de Profesores de Educación Secundaria, de alguna manera (y con todos los matices que se quieran plantear: no creo que pase exactamente lo mismo en todas las asignaturas, por supuesto), van “a la deriva”.
Analicemos ahora un concepto relevante: “RESENTIMIENTO”... Es fácil que nos lo arrojen a la cara (¡y es tan fácil hacerlo con todos nosotros!, ¿no es cierto?): el “Sistema” lo haría, desde luego; pero, igualmente, no pocos entre los colegas agraciados por el mismo, “consentidos” y bienvenidos en su acogedor seno (¡apenas formaban parte de nuestro “batallón” antes de ayer!... Suponiendo que algunos de ellos tuvieran tiempo de alcanzar, a ciertas edades, nuestro particular “estado”). Los intereses corporativos de las “castas superiores” funcionan de un modo primario... Todo esto suena muy “resentido”, ¿verdad?: se lo estoy poniendo fácil... Veamos: los reduccionimos “éticos”, los juicios de valor simplistas –debemos asumirlo- van a llover como flechas contra nosotros. Recíprocamente, no deberíamos replicar con las mismas “armas”: las emociones “negativas” son comprensibles y hasta justificables; pero la clave de todo este asunto debe ser la DEMOSTRACIÓN de que nuestro clamor es SENSATO, RAZONABLE Y JUSTO; no un mero capricho o un mezquino “pataleo”. Para ello debemos hacer patente, en primer lugar y CADA DÍA, nuestra valía. En segundo lugar, hacernos ver: identificarnos como colectivo. Y, en tercer lugar (y resumiendo mucho), organizarnos y funcionar como un verdadero “grupo de presión”.
Y ya que estamos, analicemos otro de los conceptos clave, ya mencionado (de hecho, hasta la saciedad): “JUSTICIA”. Semejante idea nos dirige, inmediatamente y de forma inevitable, a preguntarnos qué pasa con aquellos que sí han logrado el “merecido descanso”. Se podría decir que, si se han cometido injusticias con algunos de nosotros, entonces algunos de ellos no se merecen lo que han alcanzado... ¡En efecto!... No obstante, lo que sí que conviene es dejar bien claras dos cosas: 1ª/ No todos los que aprueban una oposición se lo merecen (realmente, absolutamente); y 2ª/ No todos los que reclaman, por haberlas suspendido, serían mejores docentes –no necesariamente- que aquéllos, más afortunados. ¿Obvio?. ¿Lioso?: en realidad, uno tiene la sensación de estar cada dos, cuatro, seis u ocho años en un bombo, dando vueltas, como la bola de una lotería... ¡Y ése es, precisamente, el problema!: los factores aleatorios, lo arbitrario, lo incomprensible, se han apoderado de un proceso oscuro, kafkiano, surrealista, DE-LI-RAN-TE (cuando debería ser –creo que todos estarán de acuerdo en exigirlo- todo lo contrario).
Expertos opositores que “lo bordan”; originales, ambiciosos, arriesgados, personales y competentes, son “fulminados”, “vaporizados”, aplastados como cucarachas (huelga decir que nadie se digna explicarles por qué). Otros, prácticamente, renuncian a aspirar a nada, después de una experiencia reciente como la que se describe más arriba... Y, ¡oh, sorpresa!, con el mismo material, con idénticos planteamientos (pero, claro, distinto Tribunal), ¡triplican o cuadriplican las calificaciones de años atrás!... Otros se presentan con material prestado y con la “lección” bien aprendida (¡de los pragmáticos será el Reino de los Funcionarios de Carrera!), y la jugada les sale redonda...
Se diría que todo consiste en que alguien te comunique la “clave secreta”, las “palabras mágicas” y el orden exacto en que deben pronunciarse... ¡Una simple cuestión de puesta en escena!. Claro que NADIE sabe, a ciencia cierta (nadie, excepto los que lo saben, claro), QUÉ diantres hay que hacer, decir, expresar, priorizar, atender, mostrar, interpretar... Nuestra discreción y timidez nos mata, por cierto, ya que rara vez hay otros testigos en esas aulas “de tortura” que no sean los propios miembros de los Tribunales (que, evidentemente, pueden decretar que la Tierra es plana o que el Presidente del Gobierno de San Marino es Osama Bin-Laden... ¡Amén!).
Hay un tipo de opositor, sin embargo (me refiero a NOSOTROS), al que ya apenas se le puede engañar, denigrar o estafar: el OPOSITOR EXPERTO. Los “criterios de evaluación” (?) se los ha ganado a pulso, como los galones en una guerra: con su experiencia en las aulas, por puros mecanismos lógicos de deducción / inducción, o por otros medios. Y, sin embargo, es increíble la desvergüenza y ligereza con que, no pocas veces, nuestros propios “colegas”, con todo, nos descuartizan; ¡impunemente!... Estos son los casos que no deberían darse. NUN-CA...
¿Qué hacer?: seamos pragmáticos, pues. La ley por delante; y con ella, nuestra dignidad y nuestra experiencia: dolorosa, lacerante, en medio de una constante “hemorragia interior”, que, no nos engañemos, nos pasa y pasará una enorme y brutal factura. ¿Estamos dispuestos a que esto continúe así?... Queda en vuestras manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario