Tengo cuarenta y cinco años. A pocos metros, mi hija estudia sus materias de 2º de la ESO. Pienso en que, la próxima vez que yo prepare las oposiciones convocadas en mi propia región -si es que eso llega a ocurrir algún día-, ella estudiará para sus exámenes de la Facultad...
Acabo de iniciar el curso. Tras un proceso de "publicación sistemática" e intensiva de mi caso, trato de centrarme en mi trabajo. La mayoría de mis colegas -pero también parientes y amigos, algunos de los cuales acaban de estrenar vida: ya han sido aceptados y bendecidos por la "casta"- me recomiendan, precisamente, eso: olvidar, "pasar página", disfrutar de mi privilegio (Se refieren a que tengo trabajo... Me tienta a veces contestarles: "¡Pues no faltaba más!... ¿Acaso no llevo más tiempo que tú intentándolo?").
¿No os debatís vosotros, a menudo, en medio de una zozobra que nada tiene que ver ya, desde luego, con el hecho de tener o no tener trabajo?... Supongo que a nadie le debería escandalizar que muchos interinos nos tomemos la "libertad" de sentir -convencidos- que YA HACE MUCHO TIEMPO QUE NOS MERECEMOS, COMO MÍNIMO, ESTO: EL DERECHO A ASUMIR QUE NOS HEMOS GANADO A PULSO UN TRABAJO ESTABLE Y EL RECONOCIMIENTO DE NUESTRA DIGNIDAD PROFESIONAL. ¡Porque esto es algo que se olvida con demasiada frecuencia, que se cuestiona!... Y a lo que se alude en un tono condescendiente, por parte de muchos colegas; o incluso avergonzado -como con pudor-, por parte de nosotros mismos.
Pensad ahora, por cierto, en la cantidad de energía, de tiempo, de salud, de cuotas de capacidad y dedicación que nos cuesta tan sólo pensar en algo así: ¡en nuestra propia valía y capacidad, puestas permanente y oficialmente en entredicho!.
Me veo obligado, a mis 45 años, tras más de ocho de ejercicio docente, a plantearme si preparo o no -¡por octava vez!- las próximas oposiciones: pero no en la Comunidad Autónoma vecina, que está "blindada" por un idioma "vernáculo"; ni en otras cinco, no tan cercanas, que siguen la misma pauta (ya sabéis lo que dice la Constitución de la "igualdad" entre españoles... Sobran los comentarios). Por lo tanto, me veo volando en junio próximo hacia algún lejano lugar; tal vez, sólo tal vez... ¡Pero debo intentarlo!, ¿no es cierto?... ¿Y si apruebo, por fin?: rota mi vida, mi familia, mis amistades, mi estabilidad, mi afectividad, mi poder adquisitivo, mi salud resentida... ¡Todo muy razonable!... Al fin y al cabo, ¡tendré un trabajo!.
Hasta entonces, ¿qué tenemos?: un profesor, un profesional, un padre de familia -¡una persona real con una vida real!-, escindidos todos; limitados, desquiciados, precarizados, descentrados, cada día más débiles y vulnerables... Supongo que esto es lo más conveniente, lo más justo... ¡Claro!.
Y todo ello a causa de una arbitrariedad delirante, de un capricho, de un sinsentido ocurrido en una especie de absurdo "universo paralelo"... No sé qué esperáis de la vida: ¿cobraros la zanahoria, algún día?. Yo, por mi parte, me rebelo ante la injusticia y las consecuencias nefastas de la miopía y de la incompetencia. ¡Ésta es mi opción! (al menos escribo estos textos; y los publico).
PD: Comparto ahora con vosotros tan sólo una anécdota, si queréis llamarla así, pero la considero significativa e importante: un colega -quien sí se ha tomado la molestia de leer mi programación y la unidad didáctica, y que ya ha sido miembro de más de un Tribunal de oposiciones de educación secundaria- me ha puesto su nota. Reconvenido y todo, severo en su dictamen, me ha concedido... un 8´5; o, como mínimo, un 8. Con una nota así (la que, honestamente, me merezco), yo no estaría escribiendo nada parecido a esto.
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