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Excelentísimo Primer Ministro:
Usted no me conoce. Yo no soy nadie: tan sólo un humilde profesor de secundaria; interino... Entenderá, pues, porque me presento de la forma en que lo hago: ciertamente, no soy nadie... Y no llego, apenas, a la categoría de "alguien", ni siquiera frente a mis propios colegas, que me han confirmado y reiterado -en al menos seis ocasiones- mi palmaria y abrumadora incompetencia.
Aclarada la entidad del que se dirige a usted, algo me empuja, sin embargo, a inquirirle; a buscar ciertas respuestas y certezas (a ser posible, ratificadas por usted), pues innumerables dudas me asaltan. Asumo el abismo intelectual que nos separa, pues no me puedo comparar con el Presidente de un Consejo repleto de economistas brillantísimos, Abogados del Estado, Catedráticos y demás Eméritos y sesudos funcionarios de altísima categoría.
Usted mismo debió estudiar tomos y tomos, a lo largo de años (¡de memoria!), para alcanzar, con brillantez y hercúleo mérito, esa profesión que yo nunca he entendido muy bien para qué sirve (no es de extrañar, consideradas mis evidentes limitaciones), pero que, al parecer, es un "chollo", pues uno se forra, simplemente, firmando cuatro papeles de vez en cuando... A eso mi abuelo lo llamaba "sinecura" (no es como la política de "altos vuelos", pero casi). Por cierto: tengo en la familia a algún colega suyo; pero ésos son de la rama andaluza de los "espabilaos", la de los "empollones", a la que yo -huelga decirlo- no pertenezco.
Puede que me resulte algo difícil llegar al grano, y tras ponernos un poco cada uno en nuestro sitio, no sé si seré capaz de abarcarlo todo. Veamos... ¿Por dónde empiezo?... Tal vez le parezca baladí o improcedente mi introducción, pero tiene su importancia, pues lo que yo le quiero plantear es lo que sigue: ¿cómo es posible que un modesto funcionario y educador, que apenas sabe que dos más dos hacen cuatro, o que una familia que gana diez y gasta veinte -por sistema- no puede acabar bien; que un tipo irrelevante, incompetente y redundante, como yo, haya visto venir, meridianamente, el desastre que nos aflige a todos, desde hace años, mientras sus antecesores (antes de ayer) y ustedes mismos, con el Presidente Aznar a la cabeza, han sido o fueron totalmente incapaces de apenas vislumbrarlo?... ¡Porque este toro los ha volteado cuando a ustedes se les llenaba la boca de "Españavabién", "octavapotenciamundial" (¡oéoé!), "estepaísessssolvente" y "enseguidalepasamosaFrancia", no dirá que no!... Claro que puede que éste se trate de un caso claro de omisión o de "procrastinación", palabra fea donde las haya, y que describe una actitud irresponsable y aun más fea que la propia palabra.
También es verdad que eso de hacer el "ridi" se le has dado mejor a otros, pero reconocerá usted que ese "pim-pam-pum" de típica traca valenciana, en un estilo "Neo-Tech Rococó Calatraveño" (u onda similar, como la del "Post-Gótico Enjalbegado Calatraveño", algo correoso, pero elegante, como un traje italiano); ese crecimiento de "Gran País" en construcción, plagado de "Marinas Doradas", mega-centros culturales enterrados en los Campos de la Estrella y aeropuertos por doquier (pero sin vuelos), a pesar de que las evidencias nos ponían a la cola en Investigación y Tecnología (las que se escriben con mayúsculas y GANAN PREMIOS NÓBEL), en inversión para Educación (reitero la mayúscula) y en los resultados de ésta; por detrás de la mayoría en transparencia administrativa y probidad jurídica, en seriedad y rigor financieros, en control inmigratorio, en creación de empleo "como Dios manda" (y COM-PE-TI-TI-VO), en homogeneidad y justicia inter-territorial, y otros muchos etcéteras... Reconocerá usted, Sr. Primer Ministro, que algo tuvieron ustedes que ver con todo ello. ¿O no?... No me va a convencer si me lo niega, porque puede que yo sea lento y algo torpe, pero he tenido muuuchos años para ver en qué han estado convirtiendo ustedes a este país (o a la "confederación" que lo forma... ¡y lo de-forma!; con su consentimiento y compadreos varios, por cierto).
Me pregunto si usted tiene claro que todo este "paquete de sacrificios", inminentes y necesarios -el cual nos vende como algo cercano a la panacea: un paso previo al Paraíso, se diría-, tendrá alguna contrapartida razonable, en un razonable plazo de tiempo... Algo en lo que ya no creemos, por cierto, ni yo ni cientos de miles de españoles (si no son millones), para serle muy franco. La mayoría de los que nos olemos cierto desenlace no somos Registradores, ni Economistas, ni hemos estudiado Derecho, ni hemos sido aprobados en una oposición; pero solemos ejercer el sentido común y tenemos ojos en la cara. De ahí el escepticismo, ¿sabe?...
Lo que se ve con tanta claridad es que ustedes y sus compadres, los banqueros y demás oligarcas (incluidos los nacionalistas), han des-administrado un enorme tinglado llamado España: que no la han servido con sensatez, lealtad y honestidad, sino que se han servido de ella, enfermos de codicia y como poseídos por el sacrosanto principio de una desbocada Ley de la Oferta y la Demanda... Que nos han ido estafando, poco a poco, a todos: vendiéndonos "motos", que lo mismo tenían que ver con "lo bien que iba todo" (así, como "concepto general"), como con lo solidarios que nos podíamos permitir ser (pues eso es lo que se espera de los ricos, como nosotros ya éramos, sin duda), al tiempo que nos arrebataban demasiados bocados, cuando nos llegaba el turno de disfrutar de algún "privilegio". ¿Se extraña o, incluso, le escandaliza?: a mí (y a mi familia) nos ha pasado más de una vez... ¡Y le aseguro que a nosotros NUNCA nos han sobrado los dineros!
Claro que, hoy en día, ese proceso de precarización se ha exacerbado hasta extremos insoportables, pues, al parecer, hemos estado viviendo muchos, muchos años por encima de "nuestras posibilidades", ¿verdad, Primer Ministro?... Pero ya sé que a usted le duele en el alma todo esto; y además está convencido de que ni usted ni su partido tienen nada que ver con ello: se debe todo a la herencia recibida de unos incompetentes, estúpidos e insensatos... En este sentido, no le quitaré la razón; pero me pregunto, aun, si usted tenía tan claras las cosas -así como las estrategias- cuando se decidió a dirimir y vencer a los fracasados, a base de no decir la verdad (toda la verdad y nada más que la verdad) a millones de sus eventuales votantes (entre los cuales un servidor no se encuentra).
Porque, en comparación, esos fracasados ahora nos podrían parecer a muchos, al menos, bienintencionados (a pesar de su cándida estupidez); por el contrario, ustedes podrían empezar a parecernos implacables malvados, amén de mentirosos. Sé que no ha sido ni es su intención, por supuesto... Por mi parte, yo quisiera pensar que ustedes llegarán a solucionar este terrible desaguisado; el problema es que aun no me quedan claras ni sus intenciones, ni su competencia o capacidad, ni si tienen un "plan", ni hasta dónde estarían dispuestos a llegar en el concreto apartado de las "reformas"...
Hasta esta coyuntura de nuestras vidas, en este país me he sentido, por lo general, decepcionado, engañado, subestimado, "infrautilizado", estafado (ya lo he dicho); me angustia, sin embargo, la posibilidad de llegar a un punto sin retorno: a situaciones irreversibles; a ese momento en el que ya no nos quede nada que perder... ¿Se pone usted en mi lugar, Señor Primer Ministro?...
Lo cierto es que estoy llegando a un extremo en el que, perdida la esperanza (ya sin remisión aparente), sólo imagino la posibilidad de verla recuperada si ustedes me la "regalan", pues uno cree haber agotado ya hasta el deseo de buscarla... ¡Es TAN grave esta crisis, Sr. Primer Ministro!: mucho peor que la especulación y los ataques de los "mercados"; aun más terrible que los números rojos y en picado de la Bolsa... ¿Se dará usted por enterado?...
Se lo dice un tipo más bien fracasado, mediocre, gris; incapaz, incluso, de culminar unas oposiciones del montón, no como usted o la mayoría de los miembros de su equipo. Aunque, al menos (eso sí), entiendo, leo, hablo y escribo en inglés, me defiendo en francés, y nunca se me ocurriría decir que mi canción favorita es "Mediterráneo" (la de Serrat, claro), o que mi cantante internacional preferido es Freddie Mercury (es un poner). No es por presumir, pero mi horizonte cultural es mucho más amplio que todo eso (aunque ya sabemos para qué suele servir la Cultura en España). Le aclaro, además, que no me interesa demasiado el fútbol y que prefiero (si me dan a elegir) el pan al circo: espero que mi hija tenga algo que llevarse a la boca en el futuro, y que yo no termine por morir de hambre, sin atención médica adecuada y desahuciado.
Me tranquilizaría saber que usted y su equipo están trabajando en ello: con eficacia y denuedo, Sr. Primer Ministro.
Atentamente,
Carlos A. Torres Velasco (Profesor Interino "Emérito" de Dibujo y E.P.V.)
Santander, 19 de junio de 2012
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