NOTA: Se debe tener en cuenta que ésta es la última entrada. Por lo tanto, si se desea conocer la verdadera secuencia de este BLOG, habrá que acudir, primero, a las entradas más antiguas -la primera es del día 1 de septiembre de 2010.
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¡¡Uff, otra vez no!!, diréis algunos... No es extraño... Pero os aseguro que no se va a repetir... ¡a menudo! O puede que no se repita en absoluto, ya que... ¡Bueno!: es eso que ocurre cuando las personas se distancian, no hay que reprocharle nada a nadie... El caso es que uno, que ya va teniendo más amigos y conocidos en el “cotarro” que fuera de él, se puede enterar, más pronto que tarde, de lo que, de todos modos, mi intuición (casi femenina) ya había detectado con una denodada clarividencia, aunque plenamente acertada: el HECHO de que debo despedirme de todos vosotros. Os diré que he llegado, incluso, a fantasear con discursos o “monólogos” (más o menos cachondos, como haciendo leña de mi propio árbol; caído, se entiende), que debería pronunciar, ante la sorprendida concurrencia, hacia el final del inminente acto de despedida de este curso que termina. Puedo aseguraros que algunos de esos monólogos me hubieran quedado muy dignos: chispeantes y “acerados”, a la par que conmovedores; aunque no está nada bien que yo lo mencione. Mis limitaciones (tan evidentes en otros ámbitos: ante un “público selecto”; como de un máximo de cinco, entiéndase) me impiden, sin embargo, memorizar cualquier idea en desarrollo y más o menos extensa; pero es que en este campo hasta el mismo Paquirrín me supera. Es por ello (y por mi “natural” indolente) que he descartado lo del monólogo... ¡Por eso y porque, con lo que nos pagan, ya no me llega para un “coach” personal!.
Lo que sí que no quisiera dejar de expresaros (a la mayoría; y por escrito) es lo que sigue: que me despido de un centro, el I.E.S. “Villajunco”, en el que me he sentido como en casa; aceptado y respetado. Os aseguro que esto no es tan común... Creedme: NO LO ES... (me acredita una “cierta” experiencia). Me siento en deuda, por consiguiente, tanto con el personal docente como con el no docente, que han supuesto siempre un apoyo y una referencia para mí –en más de un sentido- a lo largo de estos tres años. Palabras especiales de agradecimiento les debo a los miembros del Equipo Directivo: a Ramón, a Rosa, a Pilar y a Borja. A todos, GRACIAS... Incluso debo mencionar a la mayoría de una larguísima lista de alumnos, quienes han tenido la oportunidad (no sé si la suerte) de contar con mis modestos conocimientos, mi tiempo y mis habitualmente menguadas energías... Menguadas –y coartadas- por las circunstancias que, todo parece indicar, serán las que condicionen ya el resto de mi carrera (Che será, será?...).
Y a propósito: si alguien cree que se ha de ver en la gentil obligación de “quitarme ciertas ideas de la cabeza”, que no se preocupe más... Asumo -cada día con menos esperanza, pero con más serenidad y hasta INDIFERENCIA- lo que soy y lo que tengo: es un hecho; tozudo. Otros han decidido, reiteradamente; otros eligieron (a otros y a otras, se entiende)... Sus motivos, sus criterios, sólo ellos los conocerán. Asumo que ellos creen que fueron los óptimos. Y si no fue así, espero que, al menos, sus conciencias, estén tranquilas.
En ese sentido, debo felicitar al Instituto porque pronto contará con un nuevo y perfectamente ensamblado y compenetrado Departamento de Dibujo. El hecho de que vaya a estar formado por dos personas de probada (y aprobada) solvencia, ambas Funcionarias de Carrera, libres ya de concentrar toda su energía y sabiduría en lo único que importa (que es preparar y dar clases), imprimirá, sin duda, a la asignatura, materia o como diablos quieran llamarla ahora (y ya sin “cargas” ni insuperables traumas o lastres personales), de nuevos bríos y más coherencia. Lamentablemente, debo confesar -con pena, pero con humildad- que eso, conmigo en el Dpto., hubiera sido algo más difícil de alcanzar.
En definitiva, auguro que pronto me olvidaréis la mayoría de vosotros; y hasta los alumnos más queridos, que ahora me preguntan y se lamentan de lo que les insinúo, me olvidarán, a pesar de todo lo que me dicen en estos días... Pero eso no es malo: simplemente, se tratará de la confirmación de que estoy donde debo, y en las condiciones que me merezco (que, todo sea dicho de paso, no son muy “allá”, que digamos).
Y ya que menciono “deudas”: os debo un abrazo a todos. Eso como mínimo. A unos, más entrañable y estrecho; a otros, más formal y hasta frío; a otros, algo forzado (incluso); pero a la mayoría os transmitiría las sensaciones de una de las pocas y más prolongadas épocas (a pesar de todas las decepciones INMENSAS) de felicidad que he disfrutado en toda mi vida... ¡Y no menciono NUNCA esta palabra en vano, os lo aseguro!: la conozco apenas de vista, pero la tengo MUUUUCHO RESPETO... ¡Fe-li-ci-dad!, ¡tan escasa!...
Por lo tanto: esto es un ADIÓS, no un “hasta pronto”, lo sé... Adiós, amigos, colegas...
Carlos A. Torres Velasco (Profesor Interino “Emérito” de Dibujo y E.P. y V.; todavía)
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