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Me preguntaba si los "abogados del estado" observarán alguna posibilidad de considerar de modo diverso este inmenso problema (para miles como yo y para mí mismo lo es, sin duda). Me refiero a si para ellos es o no legítimo, legal, sujeto a ley, o como quieran expresarlo, un análisis "personalizado" de cada caso, de cada historia y expediente profesionales; o si, por el contrario, están "obsesionados" por desatascar el "cuello de botella generacional", al menos en este gremio... Si están dispuestos a dejarse guiar por dicha "obsesión", por mucho que la decencia social y el mero sentido común clamen -desgañitados, desorbitados- que no sería de recibo ni razonable arrojar al paro y al desastre a decenas de miles de profesionales (y, con ellos, sus familias) con lustros o décadas de experiencia y de BUEN HACER, en la mayoría de los casos.
Muchos (adivino vuestro pensamiento) dirán que, si un interino tiene tanta experiencia, si ha estudiado tanto, si es tan buen profesional, no debería temer una apertura masiva de listas. Por supuesto, a poco que se conozca mi caso, u otros parecidos, a uno le podría entrar la risa ante semejante candidez (no privada de su poquito de mala leche). Y, siguiendo en esa línea de razonamiento, me pregunto, entonces: ¿qué utilidad tendría la presunta apertura de listas, si todos los "grandes premios" los habrían de acaparar miles de interinos, perfectamente preparados y experimentados, aunque relegados y descartados a lo largo de lustros, y hasta décadas, sabe Dios por qué?... ¿Qué utilidad tendría tal estrategia para los nuevos y jóvenes aspirantes, si están condenados -de antemano- a claudicar ante la potencia aplastante de los "viejos"?.
Los abogados del estado enseguida invocarán la "igualdad de oportunidades" y "la igualdad ante la ley"; la imposibilidad legal y ética de discriminar positivamente a un gremio de "fracasados privilegiados y reincidentes"... Descartarán la "excepcionalidad" de nuestra situación laboral, y nos despacharán, sin que una sola instancia de nuestra sociedad civil mueva un dedo por nosotros (parece palmario, además, que nuestro estamento de "fracasados" lo es aun más debido a su flagrante insolidaridad y desunión).
Quedará claro entonces que esta sociedad y sus leyes son incapaces de observar situaciones excepcionales de forma excepcional; que no tiene recursos para atender, de forma personalizada y específica, las necesidades y aspiraciones de miles de ciudadanos extraordinariamente preparados y especializados... pero que, en apariencia, siempre tendrá para sacar de algún sitio (para quitar de algún sitio, quiero decir), si surge la "necesidad" de determinar si un pirata capturado es o no menor de edad, el mi pobre (por no hablar de los rescates); o para solventar los destrozos causados por los ladrones de cobre u otras mercancías valiosas; o para asesorar legalmente a delincuentes que ni siquiera deberían disfrutar del derecho de vivir entre nosotros; o para buscar cadáveres, por mar, tierra y aire, que asesinos confesos, perjuros e impunes han ocultado, sabedores de los infinitos garantismos del Sistema... O para sostener un tinglado corrupto de tráficos de influencias e impunidades pactadas; de indemnizaciones millonarias para especuladores finos y ladrones de guante blanco... Son sólo unos ejemplos. Para eso parece que sí ha habido, hay y habrá dinero... y "excepcionalidad". Al fin y al cabo, ¡¿qué somos todos nosotros?!: tan solo gente NORMAL (que es casi un sinónimo, en estos tiempos, de "prescindible").
Así que no sé yo si, después de todo, es lo "excepcional" tan importante; si no radica el último gran fracaso histórico de este país (uno más) en la aniquilación de lo "normal"; en el desprecio de la mayoría: la más trabajadora, la más honesta, la más decente... Ésa a la que ningún político, nunca, le consultó acerca de las más importantes decisiones que se tomaban en su nombre y por su propio bien...
Y tiene mucha gracia que, ahora también, todo lo que están a punto de hacer sea por nuestro propio bien, ¿no es cierto?...
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