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He estado leyendo "La crisis que viene", un libro interesante, que me resisto a llamar "panfleto", aunque muestre con claridad el substrato ideológico que lo inspira; nada novedoso, por cierto. Basa sus tesis en cuestiones bastante obvias, y sobre cuya naturaleza (que se toma la molestia en describir) difícilmente podrá nadie poner en duda ciertas evidencias.
La primera de ellas, desde luego, es que EXISTE UNA CRISIS profunda en el Mundo Occidental, la cual se hace extensiva (de una u otra forma) al resto del globo. Otra podría ser que el llamado "mundo de los mercados" está influyendo en las políticas con que los gobiernos del "Primer Mundo" afrontan tal crisis. Otra de las premisas confirmables es que los ciudadanos cada vez se sienten menos seguros, que han perdido en calidad de vida y han visto mermar su poder adquisitivo y, quizá, como consecuencia de todo esto, han terminado por desconfiar de sus gobernantes (si no por repudiarlos, radicalmente), a pesar de haber sido elegidos tales representantes por los mismos ciudadanos; dicho sea esto con todas las reservas que se quiera... Una última evidencia es que el propio planeta Tierra está sufriendo una transformación peligrosa y muy acelerada, que es producto (esto es cada vez más evidente) del abuso que la especie humana hace de los recursos naturales, en casi cualquier tipo de medio y ecosistema.
Tal vez lo más discutible es el diagnóstico que el "panfleto" hace de todos estos problemas, que parecen desbocados y fuera de todo control. Y es, asimismo, discutible (y preocupante, por su indefinición un tanto "populista") la estrategia que se propone, a modo de "contrapeso" o de "contracrisis". Desde luego, su lenguaje es impecable, y la jerga política y sociológica utilizada, por momentos llega a cohibirnos (lo cual está siempre muy cerca de convencernos). Supongo que su fin último consiste en conseguir que la "clase trabajadora" (o, para el caso, en paro indefinido) tome conciencia de los hechos -y de las posibilidades que se abren ante su futuro- para que la mayoría de la población mundial reaccione de forma justa y "revolucionariamente constructiva"... No suena tan mal, ¿no es cierto?.
Vienen a decirnos que las "oligarquías" llevan a cabo la vieja táctica (después de todo, de eso se trata) del "divide y vencerás": consiste en dispersar el descontento entre los pobres ("en horizontal", por así decirlo), para lo cual es indispensable que cada día haya más pobres, cada vez más menesterosos, más descontentos, más precarios, más diversos... Es como si nos hubiesen metido a todos en una enorme coctelera y nos agitasen sin piedad: nosotros, mientras, nos dedicamos a culpar de los golpes a nuestros iguales (o no tan semejantes), quienes nos muelen y magullan, con sus pies y sus codazos... ¡Pero nos olvidamos del "barman", de esas manos que mecen, no la cuna (en este caso), sino el propio mundo!.
Sin embargo, no puedo evitar hacerme una simple pregunta: ¿con qué objeto desean las "cuatro familias" que dominan el mundo empobrecer a la inmensa mayoría?... ¿No es demasiado ilógico pensar en que una minoría, cuya prosperidad, evidentemente, le desborda, se va a empeñar en crear un entorno peligroso, insostenible, caótico y -lo que es "peor"- SIN CONSUMIDORES?... No olvidemos que la democracia, los servicios sociales y los "privilegios" adquiridos de los trabajadores (es decir: de la plebe, del pueblo llano) no se crearon SÓLO para éstos, sino con la finalidad egoísta de preservar un estado de estabilidad social, que, al cabo, es el mejor entorno para acumular conocimiento, para producir, competir y, en definitiva, para VENDER y prosperar.
Lo malo de este sistema (se llama CAPITALISMO, no nos engañemos) es que la venta y, por lo tanto, la competencia, implican, por necesidad, desequilibrios entre los que producen más y mejor (también más barato) y los que apenas compran lo que otros hacen... Ese juego lo hemos sabido jugar muy bien los españoles en estos últimos años, comprando lo de los otros con el dinero que esos mismos nos estaban prestando: demencial. El resultado ya lo conocemos; y lo sufriremos, me temo, por décadas.
Por lo tanto, pongo en duda la validez de la tesis que sostiene que los poderes que mueven el mundo se han puesto de acuerdo para saquear a las clases medias y bajas de las sociedades (hasta hoy) más prósperas; y lo pongo en duda por la sencilla razón de que ese "escenario" a ellos no les beneficia en nada; o no tanto, al menos, como algunos revolucionarios ingenuos creen... Otra cosa es que algún "iluminado" proponga que los "mercados" y los "todopoderosos" más despiadados planeen una guerra gigantesca con intenciones "terapéuticas", y pensando en los buenos negocios que se reactivarían, inevitablemente, tras la tragedia... Pero no olvidemos que esta descomunal tragedia podría ser la última de todas; para todos...
En realidad, ¿qué está pasando?: un simple "trasvase". Los empresarios no van a dejar de tener "clientes" (¡no les interesa un mundo sin clientes!). Por lo tanto, la idea de que su riqueza inmensa (aun más inmensa) se basaría en la pobreza inmensa de todos nosotros, es más bien absurda. Así pues, la verdadera naturaleza de los acontecimientos contemporáneos, sobre todo en Europa y en Norteamérica, es la de "la vuelta de la tortilla", por ser muy gráficos (y puede que algo hoscos) en la descripción del problema: a nosotros nos va a tocar estar abajo, en la parte más incómoda y caliente del guiso. Lo más probable es que acabemos achicharrados. Tan simple como esto... Pero, ¿estamos haciendo algo por evitarlo?... Todo lo contrario.
(TO BE CONTINUED)
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