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Se me pregunta a veces... últimamente... Es un tema recurrente, una corriente, algo fría e intermitente, de "vox pópuli"... Me atreví a levantar el brazo -como un buén alumno, pero, en el fondo, algo resabiado- y decir eso de: "Disculpen, pero me pregunto por qué... o por qué no; si no es mucha molestia, Vds. me perdonen, Ilustrísimas"... Aun lo hago. He obtenido respuestas, claro; pero se limitan a compungirse, en el mejor de los casos (no me malinterpreten: muchos se compungen sinceramente, no les voy yo a quitar ese mérito), recordándome, de paso, que esto es una lotería, y que no debo desfaceller ni tirar la toalla; y que sí, que yo valgo mucho, claro... ¡Pero la vida es así de caprichosa, y esta particular tostada a la mayoría les cae boca-abajo!... ¡Qué se le va a hacer, sino seguir perseverando y estudiando, sí señor, que a mí no me regalaron nada, aunque tuviera bastante suerte, no lo voy a negar...!
Insisto: no se me debe malinterpretar. A éstos les agradezco el mérito y el esfuerzo de la generosidad; de cierta humildad, incluso... de compungirse (por mí y a mi lado); como mínimo. Sin embargo...
Hoy he despertado, por alguna razón, inquieto: como en medio de una pesadilla, más amenazadora que terrorífica. Imposible decir dónde, qué o cómo; pero las sensaciones y los pensamientos tenían que ver con la INCERTIDUMBRE. Así, con mayúsculas... ¿Sabéis a qué me refiero?; vosotros, los que me soléis preguntar "¿qué tal?"... Yo conozco muy bien esa sensación, pues me he criado con ELLA. Por eso he luchado toda mi vida (o casi) en su contra: para no tener que soportarla más. En condiciones NORMALES (subrayo lo de NORMALES), he tenido bastante éxito... No se la deseo a mí hija, por supuesto. Pero tampoco creo que se la merezcan muchos de mis colegas, que también tienen hijos a los que mantener y educar (o, casi peor: los hubieran tenido... si hubiesen podido).
Podéis acusarme de vocear un "discurso fácil", desde mi "privilegiada atalaya" de dura "mampostería de fracasos" (la sillería es para los "de carrera")... Y es posible que, en circunstancias opuestas, yo hubiera callado, ignorado, "acatado", asumido, adoptado los usos de mi "condición de privilegio" (posibilidad que ya descarto, a estas alturas). Sea como sea: yo hablo desde esa "atalaya" (mi torre entre las Torres), que es la que se me ha adjudicado, la que se me "cede": casi con condescendencia; casi a punto, a veces, de "exigirme" que me conforme, y hasta que -¡¡OH, DIOS, QUÉ DESVERGÜENZA!!- me sienta agradecido...
A ellos no creo deberles casi nada; a Dios -si creyese en Él-, en todo caso. Pero ésa es la "clave" de este arco en la entrada de mi torre, áspera y tosca: que yo no he aspirado nunca a nada que no esté, al menos, al mismo nivel del que ellos ya disfrutan; desde hace años. Que sé de mi mérito y esfuerzo (lo recuerdo: en condiciones NORMALES, casi siempre reconocido en la excelencia), de mi década larga en la Enseñanza, todo ello vapuleado y arrastrado por el barro... Pero nada de eso me importa ya (y menos aun, lo que ellos piensen de mí): lo verdaderamente terrible es... ¡a mis 46 años!, tener aun que despertarme, una mañana cualquiera, con esa sensación angustiosa... que tanto me recuerda a mi infancia y adolescencia (arrested development?), durante las cuales las carencias, la precariedad y los infinitos sacrificios apenas parecían conducir a nada... que no fuesen más precariedad y aun más inútiles sacrificios... ¿Os suena?...
¿Qué os puedo aconsejar? (esto va por los más jóvenes): que nunca dejéis de sacrificaros (a pesar, incluso, DE MÍ), pase lo que pase; que sigáis vuestro camino y que nunca os dejéis descorazonar por nada ni por nadie; que jamás os conforméis ni os dejéis despreciar o subestimar.
¿Qué tal, Carlos?... Si se han esfumado trece años de tu vida tras una "quimera"; si te han confirmado que tu valor es equivalente al de muchos de tus alumnos más "desmotivados"; si se insinúa que eres incapaz de hacer un "triángulo equilátero con un compás" (que lo del "canuto" ya sería demasiado); si sabes que cualquier día un augusto, prócer e ilustre "líder" puede decidir que, por "Suprema Razón de Estado", tu vida y tu carrera se merecen y deben ser engullidas por su augusto e ilustre Retrete de Estado; si tu hija se puede ver arrastrada por esa inundación de "Espíritu de Sacrificio Nacional"... entonces, hechos a estas ideas, os podéis aproximar a lo que he sentido y siento... Gracias por vuestro interés.
Post Data o Epílogo: Hace unos días le escribía lo que sigue a uno de ésos que sí deben lamentar, sinceramente, todo esto... "Gracias, P. En realidad, me siento muy afortunado. Es extraño que un rechazo tan "unánime" y demoledor, al final, termine por ponerte frente a frente contigo mismo: y no me parece mal lo que veo, es curioso... Pero ya he insistido, por activa y por pasiva, en lo que es una parte fundamental de mis tesis generales: que este país está perdiéndose a los mejores; a muchos, muchos de ellos (de nosotros, ¡qué diablos!), una energía positiva IN-MEN-SA. De mil y una maneras, nos estamos yendo por el desagüe. Puede que esta tendencia cambie algún día, pero me temo que, por entonces, ya será demasiado tarde para mí. Un abrazo".
No me malinterpretéis, tampoco aquí: eso de lo que hablo, sea lo que sea, se llama felicidad; y auto-estima. Y creo que ya lo dije antes: el "cáncer" está afuera...
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