NOTA: Se debe tener en cuenta que ésta es la última entrada. Por lo tanto, si se desea conocer la verdadera secuencia de este BLOG, habrá que acudir, primero, a las entradas más antiguas -la primera es del día 1 de septiembre de 2010.
E-mail: balzuel@gmail.com
Urbizu, John Ford... Llego del cine y me encuentro con "The Quiet Man" en la televisión: ¡"sobredosis"!. Ahora escribo; en unos minutos estaré trabajando, haciendo ese tipo de cosas que los profesores incompetentes e interinos (redundancia) hacen la noche previa a unas clases de la E.S.O. o de Bachillerato; así, uno y otro día... Pero no quiero desviarme: Urbizu y Ford... ¡Qué gran honor!, ¿eh, Enrique?. Acabo de ver tu película: luego diré algo sobre ella.
De momento, quisiera comentar que cada vez que veo una película de Ford -o apenas un retazo- encuentro detalles sorprendentes, emocionantes, geniales; de una (aparente) simplicidad que, sin embargo, la hacen aun más conmovedora. No es raro que una sola mirada de una película de Ford, un solo movimiento o una simple frase de un actor me pongan un nudo en la garganta. Y, de nuevo, es esto lo que me ha ocurrido al ver a la mujer más hermosa: Maureen...
He leído en alguna parte que Santos Trinidad es de esa clase de héroes trágicos (creo que se añadía "tan españoles"), sin gloria ni grandeza: condenado a la mezquindad y a la... pequeñez. Creo que la verdadera tragedia de este "héroe" es la de haberse visto condenado a la pequeñez, precisamente.
Nada sabemos a ciencia cierta de él: los detalles que se nos dan sobre su pasado son mínimos, pero muy significativos. Lo que sí averiguamos enseguida es que puede ser brutal, y que se deja llevar por un indudable impulso autodestructivo. La ironía (tal vez la primera de la película) es que sus primeras víctimas "aleatorias" son unos auténticos indeseables: de uno de ellos llegamos a saber que ha asesinado a varias personas en distintos países americanos y europeos; ¡mas hete aquí que donde el criminal sicario, finalmente, parece encontrar la paz, la tranquilidad y un futuro para sus hijos (su "casa", en definitiva) es en este paraíso de oportunidades y de santas redenciones llamado España!
Y al hilo de la santidad: Santos Trinidad es un personaje a-legal, mezquino, ácrata y con muy pocos escrúpulos; además, va a lo suyo. Su "gran logro final" no lo pretende del todo (al menos, esto no me queda muy claro), y le llega -pagándolo a un alto precio: su propia vida- por pura casualidad... Mientras tanto, el panorama a su alrededor resulta tan desolador -si no más- que la propia naturaleza nihilista de Santos. Y todo ello a pesar de la "legalidad" aparente y lo convencional del "discurso"; o, en otros aspectos, a pesar de lo "inofensivo" de una maldad que se manifiesta bajo control y a baja intensidad: "tolerable", se diría.
Si se sabe ver, resulta aun más inquietante la incapacidad, desidia e indolencia del "Sistema": ése que parece permanecer, simplemente, como espectador ante todos los hechos (y siempre a la zaga de éstos), ya sean subterráneos o aflorantes; un "Sistema" ciego (más bien, corto de vista), desengañado y corrupto; incompetente, resignado, "bienintencionado y suave"; desbordado, demolido, precario... El poder que en él permanece y se consagra, se limita a resistir, aislado; a retener sus privilegios, abandonando por el camino a todos los "Santos": desengañados, desfigurados, embrutecidos, empequeñecidos... hasta que poco o nada quede por retener y todos los héroes estén muertos. "No habrá paz para los malvados": concisa, precisa, despiadada, sutil y preclara radiografía de nuestra sociedad; de nuestro país (no sé si involuntaria). Sin duda, "políticamente incorrecta". Véanla.