Profesional, educador, padre, ciudadano con un punto de vista "político" claro; persona, ante todo y en suma... Todo lo pongo en evidencia, aunque sin vocación de mártir: tan solo me niego a ocultarme, a cargar con toda la responsabilidad de lo que me pasa... ¡de lo que NOS pasa! Porque en esta sociedad tenemos más de un "armario" que airear. Un saludo a todo el que se atreva.
No quisiera terminar esta introducción y bienvenida sin mencionar que las fotos -la mayoría de ellas- y demás material gráfico que se ve en este blog es obra del que se dirige a Vds. Espero que les guste.
Hi! This is Carlos A. Torres Velasco. I am a Spaniard teacher of Art in a Secondary School of Santander (Cantabria... No, not a bank!), and so I have been since 2001. The problem about addressing Anglo-Saxon people (or rather: almost any other people from wherever in the whole world) is that... you won´t understand a single word of all this! And I am sure the point of such a case will be difficult for you all to grasp: something about striving for a decent and professional way of living; something that has to do with wasting almost your entire professional life in a sort of "limbo"; with dignity and apparently aimless purposes too...
I spent quite a long period in Northern Ireland, and that is why I know the sort of "logic" that pushes forward your societies and the individuals within. Where this sort of "logic" is concerned, Spanish society is a far removed (very "stiff") kind of structure. Actually, this could be said about any aspect you might single out: politics, economy, industry, universities, investigation, trade... And such a "huge mistake", as it were, pervades ALL in this country; obviously, education, as a whole, is affected too. Our personal lives as well: very deeply.
If you don´t have the "guts" to dive so profoundly, then just "enjoy" my few photographs here and there. I hope you will not be discouraged... Thanks a lot!
jueves, 24 de mayo de 2012
Les Neiges du Kilimanjaro (Robert Guédiguian)
E-mail: balzuel@gmail.com
¿Es el monte Kilimanjaro una metáfora de todo lo que no necesitamos?... Es lo más probable: en la película de Robert Guédiguian, al menos, eso parece...
Película encantadora (no sé si "demasiado"), nos plantea a la mayoría de nosotros una larga serie de preguntas sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que tenemos previsto para lo que nos espera. Un poco todo a la manera de los "cuentos morales" de Eric Rohmer, pero sin tanto debate.
No teman: no me las voy a dar ahora de "experto" en este tipo de cine francés, aunque me guste, me interese y lo haya disfrutado cada vez, digamos, que se me ha puesto a tiro (en efecto: cuando era joven y tenía mucho más tiempo libre). Lo que nadie podría poner en duda o dejar de apreciar en el mismo, sin embargo, es la complejidad naturalista, la madurez y sutileza de un "producto" que dice mucho (y bastante bueno) sobre la tradición cultural de un pueblo: el francés, por supuesto.
Otra de sus virtudes suele ser la transparencia de su discurso, la visión preclara de un entorno y de un tiempo histórico muy concretos: Europa, hoy. No es sólo Francia, claro, pero hablar de los hermanos Dardenne, por ejemplo, no nos aleja demasiado de las coordenadas geográficas o culturales.
¿Estoy ignorando deliberadamente al cine español?: es algo que no puedo hacer, como español. ¿Me suele interesar tanto como el francés, sin ir más lejos?: me temo que no. Pero eso no significa que algunas películas extraordinarias den en algunos clavos. Lo que le lastra (entre otros muchos males endémicos de una cultura "desenfocada", dispersa y precaria) es su indefinición; su forzada "frivolidad", a veces, que pretende ser, además de "comercial", resultona y simpática: un cine casi siempre limitado, ¡voluntariamente!, por lo políticamente correcto y, por lo tanto, INOFENSIVO. En definitiva, y en comparación con cierto "alto cine" francés, belga, sueco, danés o inglés, por ejemplo, el español suele parecer casi como un desfile del "Día del Orgullo Gay" frente a una representación sublime de teatro Isabelino en Londres; o se decanta hacia el "tratado del buen cinéfilo", rozando (o de pleno en) la pura pedantería o la mera artificiosidad: síntomas ambos claros de inseguridad o de cierto complejo de inferioridad. ¡Y lo siento!...
Lo que muchos agradecemos del cine francés es su naturalidad, su austeridad, su sutileza (me repito) y que no se empeñe en tratarnos a todos como idiotas o como adolescentes; o como a adolescentes idiotas (ya sé que para muchos es una redundancia; pero no ha de ser así, necesariamente).
Me centro ahora en la película... Veamos: se echa en falta un toque de sordidez que, sin duda, no faltará en un lugar como Marsella. El "microcosmos" de los personajes parece demasiado adecuado (como cortado a medida) para la presentación de los acontecimientos y de las tesis planteadas. No digo con esto que nada resulte aquí inverosímil o forzado (a excepción, si acaso, de un par de licencias de guión), no: pero sí que -dentro de su conmovedora honestidad e inteligencia- no parece que nos esté enseñando todas la "grietas", los "cabos sueltos", las contradicciones o las heridas más dolorosas. Tal vez sea esta impresión un efecto derivado de la esperanza que, a pesar de todo, nos insufla su desenlace... Aquí debo disculparme: y lo hago por no poder estar del todo seguro (me gustaría, pero no puedo estarlo) de albergar tal esperanza...
Desde luego, en comparación con lo que vemos (o se nos enseña) de Francia en la película, a nosotros nos espera aun más dureza, aun más desolación; y una generalización aun mayor del cáncer que describe: parece obvio que se extenderá más allá de la clase baja más desestructurada; mucho más allá... Es de agradecer que al norte de los Pirineos se tomen la molestia de enseñarnos (siquiera de forma "diferida") lo que nosotros, a menudo o siempre, preferimos ignorar.
Vean, por lo tanto, "Las nieves del Kilimanjaro".